Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.

lunes, 7 de abril de 2014

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Fue ascendiendo sin preocuparse de las futuras consecuencias de las leyes físicas. Subió y subió, se mantuvo, y ahora cae hasta el mismísimo subsuelo, donde el impacto le hace añicos el alma y resquebraja en un instante cada sentimiento aflorado en algo que pudo ser eternidad. Ahora pásate por ahí y barre cada ceniza quemada por el mismo fuego que una vez fue llama, llévatelo contigo si es que es posible que un lamento tan grande quepa en dos simples manos. Rebosará de tus manos y yacerá de nuevo en el suelo, con el único consuelo de que ya no volverá a caer porque ya cayó lo más bajo, viniendo de las preciosas vistas del alto ático que ahora tanto añorará, no por su presente ausencia no, si no por su pasada presencia.



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