Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.

lunes, 5 de mayo de 2014

Flores de tus ojos

Déjame explicarte que no hay unidad de medida capaz de medir la longitud de tu mirada, que no hay agua suficiente para apagar el fuego de esta llama. Como enseñarte que eres el gemelo sin hermano, que nadie es como tú.

Entiende que espero que tu noche no haya visto la luz, y si empieza a verla, espero que parpadee, que parpadee como late eso mío que algunos llaman corazón, intermitente, paciente, rojo, y fuerte, o débil, aún no sé. Explícame tú, como es un corazón en esta situación, en la que tiembla por miedo a perder lo que no encontró y no lo deja de hacer por miedo a encontrar lo que perdió, dime, ¿es fuerte aquel que espera y no avanza por el riesgo de perder sus fuerzas? ¿o es débil el que se mantiene inmóvil por no destruir lo poco que edificó?

Yo ya no sé, he dejado de lado los porqués. Ahora me preocupa más aprender a barrer la alegría que se cae marchita y desgastada, como una hoja arrugada. Explícame como se hace, porque las flores de tus ojos me dicen que sabes, y yo también quiero poder plantar lo muerto y que crezca de nuevo, que de brotes mejores que los tuyos, o mejor dicho, que crezcan juntos como uno.

¿Quién riega esa alegría que brota de tu mirada? ¿Me prestas un poco de ese agua destilada?






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