Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.

lunes, 12 de mayo de 2014

¡Dispara!

Ya me faltan cafés fríos, almohadas para despiertos, relojes que mirar más de dos veces en menos de un minuto, infinitos en los que perderme, música para oír y no escuchar, silencios a solas... me faltan porque ya los gasté todos. Se me acaban los sueños y empiezan a repetirse, de tal manera que no avanza mi fantasía, se apalanca y sigue en la monotonía.

Que sé perfectamente que camiseta llevaste el día que me miraste, y cada vez que te la vuelves a poner espero una misma jugada. No entiendo por qué cuando me miras es como una bala, me atraviesa y yo estoy sin escudo. Me deja una herida que escuece, pero que cada vez que lo hace no me molesta, porque siempre que la miro me acuerdo del disparo, sin embargo, exhalo mi alegría en un suspiro cuando cicatriza tan rápido que me voy olvidando.

Hace ya mucho que no sangro, y puedes llamarme loca, pero lo añoro.


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