Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.

viernes, 3 de mayo de 2013

Batalla en el asfalto.

Ni calor ni frio, la temperatura perfecta. Un sol brillante, pero no abrasante. La brisa se cuela entre mi pelo y acaricia mis mejillas queriendo vencerme, pero mis pies saben que pueden ganar la guerra. Cuatro ruedas y una tabla, ese es mi arma. Comienza la batalla. El viento me sacude, pie derecho arriba, pie izquierdo machacando el suelo, arriba abajo, arriba y abajo, una y otra vez. El viento cada vez va más rápido, pero él sabe que yo le sigo la corriente, que no tiene nada que hacer. Carveando por las calles, no se sabe si me persigue, si me adelanta, si me atrapa o me aguanta. Me deslizo, acaricio el suelo y beso el aire, nadie me va a parar, ni tú ni nadie. Mi arma es fuerte y mi cuerpo más. Corro, vuelo, giro y retrocedo, zig zag... La música al ritmo de mis pies, ¿y el viento? ya no se si va lento, estoy dentro, no lo controlo, pero me da a mí que él también está contento.
¨¿Existe algo mejor que unos cascos en los oídos y un longboard en los pies? Sinceramente, lo dudo.¨




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