Siento tus alas batiéndose
en mi aire,
el aire de esta cárcel
donde solo quepo yo.
¡Cómo envidio tu vuelo!
Esa libertad,
tan tuya,
tan odiosa
que solo puedo odiar yo.
Desearía, aunque
solo fuera por un momento,
que te posases
en una de estas verjas
y respirases un moratón,
solo uno.
Que sintieras, aunque
solo fuera por un momento,
lo morado que está esto,
esto que solo es mío,
y nada tuyo.
Aunque,
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