Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.

domingo, 29 de junio de 2014

Aprendamos

Caen las lágrimas, el tiempo, los sueños. Se tiñen de negro y se vuelven cada vez más opacos los deseos. Menudo desorden de verdades, vuelve a estar de moda romper confianzas. ¿Se acabó? Muchas veces marcamos los finales antes de haber siquiera un principio, y suena ridículo, pero es todo de cabeza, perspectivas, ilusiones, prejuicios, nos rompemos por dentro antes de encontrar la fractura en la realidad. Siempre terminamos preguntándonos lo mismo, cómo siendo conscientes de ello, y tropezando una y otra vez con la misma piedra inmóvil, no somos capaces de caminar mirando al suelo, proveyendo lo que vendrá y reconociéndolo como lo mismo que ya pisamos más de una vez.

Que nos enseñen, que me enseñen, que cambiar no debe de ser tan complicado, pero parece más cómodo el error conocido que la novedad positiva.


jueves, 12 de junio de 2014

Gotelé

Ella, ella en su habitación soleada. Calor, luz y libros, muchos libros. Sus brazos parecían colgar de ella como si no fueran suyos, pesados, muertos, así se encontraban sobresaliendo de su colchón, mientras ella, más ligera que sus brazos pero menos viva que ellos, sostenía su mirada en un techo lleno de nada. Su mirada parecía no ver, pero sí hablar, la ausencia de pestañeos, y los ojos entreabiertos decían demasiado a cerca de sus pensamientos. Tal vez no seamos capaces de penetrar en ese océano de ideas que rondan ahora mismo en una simple forma del gotelé blanco del techo, pero puede que sí podamos afirmar que nuestro techo parece más interesante que el suyo, o quizás, al menos, más alegre que ese.

Desgastada por completo la mirada en ese punto, sus párpados caían ahora en milésimas de segundo que parecían avanzar a cámara lenta. Cerró los ojos por unos instantes, y volvió a abrirlos a la vez que se erguía para levantarse de su cama ya deshecha. Ya está, ya se le acabó el tiempo para pensar, y ahora le toca "soñar", "soñar" mientras su cabeza se prepara para otra reflexión, quién sabe si de suelo, pared u otra vez de techo.


viernes, 6 de junio de 2014

Le papillon

Ya lleva tres veces sonando la misma canción, qué decir, qué sonar que no haya sonado ya. Las mariposas no se cansan de batir sus alas por mucho viento que sople, es un movimiento natural. Si alguna vez se cansa él de amarle a ella, entonces todo fue irreal. Lo natural, no cansa, fluye y sigue avanzando como si nunca empezó con más fuerzas de las que mantiene ahora.
Pero la mariposa no vuela sin espacio, y no es bella si no hay nadie que pueda valorarlo.