Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.

domingo, 19 de febrero de 2017

Tus ruinas

En qué momento tan inapropiado llegaron tus ruinas,
cuando yo ya miraba lejos, a otro lado,
se derrumbaron los muros de tus conceptos, de tus ideas
hasta entonces inamovibles.

Y el estruendo me hizo girar la cabeza atrás,
verte tirado en el suelo de tu hogar lleno de escombros,
con la mano tendida a la infinita esperanza
apuntando a mi mano.

Mi puño se aflojó y no pude evitar
que mi compasión extendiera mi mano
llena de dudas de nuestro pasado.
Te sostuve con la ligereza propia del cariño
y la fuerza propia de la rabia.
Te di lo que pude
sin esperar lo que pudiera.
Te vi quitándote las vendas de los ojos
y destapar un mundo nuevo,
te vi,
y ya no mirabas igual,
pero seguiste mirándome.

Sigues mirándome
y sosteniendo tus ojos atados a los míos,
y yo no sé soltarlos.
Ayuda.
Pido auxilio en el momento más apropiado,
porque no necesitaré más ayuda que ahora,
que más que estar perdida,
es que no paro de buscarme.


                                                                                         Foto por Mariola Trigo

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