Tu barbilla se cayó de mis manos,
tus labios de mis labios,
al caerse ambos me faltaron.
Pero no tanto como tus ojos,
estos no cayeron,
miraron más alto,
volaron.
Y al marcharse,
unos hacia abajo,
otros hacia arriba,
ahí quedé yo,
conmigo misma.
 Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.
Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario