Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.
Sin vuestro permiso,
me marcho.
Sin equipaje ni maquillaje,
con lo que quepa en el pecho y las manos
yo me marcho.
Huyo a dónde me veréis
y sin embargo pocos me reconoceréis,
allí dónde nadie me llama
salvo yo.
Voy a buscar un aliento que no perdí,
uno que se mezcló hace tiempo con otros
y ahora me cuesta distinguir.
Voy a separarlo, aspirarlo,
voy a verme a mí.
Marcho a buscarme,
cuando vuelva
no me esperéis,
seré yo.
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