Las palabras más importantes no se gritan, se susurran al oído.

lunes, 27 de abril de 2015

Ahora ya no

Tus labios nunca me supieron amargos,
hasta que dejé de besarlos.
Tu sonrisa no había sido orgullosa
hasta que dejé de sacártela.
Tus gestos siempre fueron generosos,
no ahora, ahora ya no.

En tu indiferencia se esconde el miedo,
y el orgullo es ahora tu peor aliado.
Qué mal te sienta hacerte el fuerte.
Lo bonitas que eran tus debilidades a mi lado,
fuerte eras cuando me cogías de la mano.
No ahora, ahora ya no.

Dejarme hojearte
y descubrir tus pesadillas en la portada,
eso sí era valentía y no temer nada.
Cerrar tus tapas, ser el libro cerrado
que a nadie deja abrir.
El valiente no necesita llaves ni candado.
¿Valiente?
No ahora, ahora ya no.


sábado, 4 de abril de 2015

La vida da clases de como vivirla

Me da la sensación de que ya no tengo nada que me escueza, toda la sangre se ha secado, y las cicatrices que quedaban se han hecho tan pequeñas que hasta me cuesta verlas. El tiempo no fue el único que contribuyó a sanar esas heridas, no lo fue.

Otra vez más las situaciones me mueven y me zarandean. La vida vuelve a darme clases de como vivir bien, y la conclusión es la misma: no cambies tus ojos, simplemente míralo desde otra parte. Y en este caso, esa parte era más lejos, solo eso, quitar el zoom del problema, correr en la otra dirección lo más rápido posible. Y eso hice. Y eso pasó, empequeñeció, como las cicatrices.

A veces los consejos de otros no sirven, basta con tomarse un café tú solo. Quien no sabe estar a solas es porque no se lleva bien consigo mismo. Si algo he aprendido de mis caídas, es que la primera causa de los problemas es no conocerse, tenerse miedo, no confiar en la primera persona que debes hacerlo, en ti. Deja de evitar los encuentros con tus pensamientos, trata de hablar con ellos y discutir si hace falta, eso sí, tampoco hagas oído sordos a tus sentimientos, la mayor parte de las veces estos necesitan más atención que los anteriores, y sobre todo, más cuidados. Muchos se los ocultarás al mundo, pero no cometas el error de ocultártelos a ti, mírales a los ojos y aprende a sostenerles la mirada. Solo hace falta dos ojos para cambiar de perspectiva, y qué casualidad que tú ya tienes los dos.